Rubén Rochina estaba en la lista inicial. Era uno de los delanteros centro del Barça B aunque el puesto titular lo acaparaba Jonathan Soriano, que acabaría siendo máximo goleador de Segunda. Rochina había logrado 23 goles en 25 partidos con el Juvenil A en la temporada 2008-09 y debutado con el B teniendo sólo 18 años. Fue internacional Sub-17 y finalista europeo con la Sub-19. Rápido, de buen regate y con una zurda potente. Pintaba bien. Se cayó en Navidad. A Luis Enrique no le convencía dentro del campo ni tampoco fuera de él. Frágil anímicamente, en enero fichó por el Blackburn Rovers. Le sustituí en la Lista de los 50. No fue el único: Jonathan dos Santos tenía atributos sobrados para estar en ella, pero la primera parte de su temporada fue francamente discreta y eso me llevó a dejarle fuera.
Dos meses más tarde estalló el “caso Toral”. Jon Miquel se comprometió a mediados de febrero con el Arsenal y fue apartado del Cadete A. Cerradas las galeradas con todas las correcciones, pude incluir un asterisco informando que a 30 de junio abandonaría el Barça para incorporarse al club inglés. Toral era baja segura incluso antes de que la versión catalana del libro entrase en la imprenta. Los 50 serían, en realidad, 49 ya antes de empezar.
A mí Rochina me parecía un delantero interesante, que aportaba cosas, conceptos que no suelen tener los delanteros de la cantera del Barça (a parte de que tenía muchos otros adquiridos de ADN Barça).
ResponderEliminarMe sorprendió mucho cuando lo transpasaron.
En cualquier caso, me parece muy cruel la situación con un entrenador en estas categorías. No es lo mismo decidir con 18,19 si un jugador puede seguir o debe abandonar un club, en el que lleva desde los 14, por ejemplo, que hacerlo con un jugador de 28-29 que lleva en un club desde los 23.
De cualquier forma es dura, pero comunicarlo y tal, debe ser un trago, y hay que tener sagre fría.
Resulta también curioso como Jonathan Soriano y Rochina se buscan la vida fuera a pesar de sus impresionantes registros. Para mí son una auténtica barbaridad.